Han pasado dos años desde que Briceño se topara con el tema, muy de frente, del precio de ser Bocón. En ese periplo concluyó Descosido, recorriendo América Latina, Europa, Estados Unidos y toda Venezuela, llenando salas con la experiencia de la pandemia, las redes sociales, la pareja y las anécdotas que lo dejaron sin un hilo sano pero preparado para hacer reír. Es después de esa catarsis que surge Bocón, todos los temas que nos obligamos a callar para luego descubrir que nos morimos por hablar de ellos, el espejo raro que es nuestro algoritmo, la solución real al rollo ecológico, la energía con que nos desbordamos en pendejadas, el sexo, nuestro verdadero historial de navegación y por supuesto, como siempre la pareja como un espacio en que detrás de todo gran hombre hay un gran malentendido y de toda gran mujer un tipo que de broma y llega.
Bocón es un show en clave de Stand Up en el que con historia, audios de WhatsApp y propuestas muy decentes Briceño invita al público a la crisis de no saber quedarse callado cuando le dicen que crea en energías, influencers, y ecologistas de cara austriaca. ¿Qué se podía esperar de un tipo que comenzó su carrera metiéndose con el Béisbol y la Biblia?
